Mantener la seguridad de las comunidades
- Robb Ryerse
- 2 de junio
- 2 min read
Debemos ser libres para sentirnos seguros
Cada vez que hay otro tiroteo masivo, pasamos por el mismo ciclo. Conmoción. Dolor. Ira. Luego el silencio.
He estado en el púlpito el domingo siguiente a una de esas tragedias, intentando encontrar palabras. He hablado con padres que temen enviar a sus hijos a la escuela. He visto a profesores convertir sus aulas en fortalezas. Y me he preguntado, como muchos de nosotros.¿por qué no estamos haciendo algo al respecto?
Me presento al Congreso porque creo que merecemos sentirnos seguros en nuestros barrios, escuelas y lugares de culto. Y eso significa tomar medidas reales para prevenir la violencia armada.
Esto es lo que yo creo:
Debemos aprobar leyes sobre armas con sentido común-como la comprobación universal de antecedentes, normas de almacenamiento seguro y límites a las armas de guerra.
Necesitamos mantener las armas fuera del alcance de las personas peligrosas para sí mismas o para los demás.mediante leyes de alerta y apoyo a la salud mental.
Y tenemos que tratar la violencia armada como la crisis de salud pública que esy no como un fútbol político.
Que quede claro: respeto la Segunda Enmienda. He conocido a propietarios de armas responsables toda mi vida. Pero el derecho a poseer un arma nunca debe pesar más que el derecho de un niño a vivir. Podemos respetar el derecho a las armas y proteger nuestras comunidades. Pero hemos decidido no hacerlo.
Demasiados políticos tienen miedo del lobby de las armas. Reciben dinero de grupos que se benefician del miedo. Y nos dicen que no se puede hacer nada, mientras nuestros hijos practican simulacros de tirador activo y nuestras comunidades entierran a los muertos.
Eso no es liderazgo. Eso es rendirse.
Como pastor, he acompañado a familias en duelo. He dirigido funerales que nunca deberían haberse celebrado. He visto lo que la violencia con armas de fuego hace al cuerpo y al alma de una comunidad. Y ya he tenido suficiente.
No se trata de política. Se trata de personas.
Se trata de la madre que perdió a su hijo en un tiroteo escolar. La vecina que nunca sale de casa sin preocuparse. El pastor que cierra las puertas durante el culto dominical. El niño que no se siente seguro en ningún sitio.
Sabemos lo que funciona. Otros países lo han descubierto. Incluso algunos Estados han hecho progresos. Pero hasta que no tengamos el valor de actuar a nivel federal, seguiremos viviendo con miedo y perdiendo vidas.
Mantener la seguridad de las comunidades significa hacer el trabajo duro y responsable del cambio. Significa enfrentarse a los intereses particulares. Significa poner a nuestros hijos por delante de las contribuciones de campaña. Significa negarse a aceptar esto como algo normal.
Porque no lo es.
Nuestros hijos merecen crecer sin miedo. Nuestros profesores merecen aulas seguras. Nuestras familias merecen tranquilidad.
Hemos esperado lo suficiente. Hemos rezado, llorado y esperado. Ahora es el momento de actuar.
Aprobemos leyes que protejan la vida. Construyamos comunidades donde la seguridad no sea un privilegio, sino una promesa.